Ha quedado de nuevo el recuerdo.
La persistencia en la fascinación era lo que podía concluir la bella historia de amor y conjugar con toda gracia que era real estar a su lado, leer sus movimientos en el tráfico de la compañía. Ahora, con un pasmado estilo de mi presencia, vuelvo a mí, alimentando la soledad, con una sustancia poco humana que permite estar y divulgar lo impreciso que son los sentimientos. Antes todo era perdurable, y ahora vuelvo al estado de lo extraviado, las insolencias del espíritu y las agresiones de escapar a la razón .
No hay porque temer, pero, si es notorio que la sangre deja su color, que las frases no tienen el sentido de lo que está pasando. Lo que amaba con la locura de Electra y las destilación del orgullo se ha desmoronado, súbitamente en la cadencia de un sueño, ese mismo que permití subir con cierto Onírismo a la superficie de lo cotidiano. Se desvanece el lazo y la furia salvaje de la pasión entre escalón y escalón. sé que soñarlo era mejor que pronunciar su nombre y jurar que estaría por siempre. He perdido la combinación de los números y las palabras; esas tantas que embellecían su presencia, ahora, están para guardarlas en la cajita de lo que ha dejado de ser, con su fotografía, las monedas de algún lejano país, una rosa seca, el lazo de lo supuesto y un pequeño trozo de papel con la inscripción de los acontecimientos, una frase que ahora parece más un epitafio que la adoración a un sentimiento.
Medellín, principios de un año de Despecho.
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Etiquetas: Diario
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