EL DUELO

A lA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE DE PASTOR VALENCIA LÓPEZ.



Me duele su ausencia. El recuerdo es latente y profundo como el color del corredor con esos tonos amarillos que siempre están iluminando los lugares más representativos, dando un matiz de alegría a los buenos momentos, sobre todo cuando estaba parado a las tres de la tarde en el corredor leyendo sus intimas vivencias.

El nacimiento de la profundidad del lugar es sublime, siempre hermoso para un espíritu tan entusiasta y calido. En todo momento una fuerza obliga a ver hacia la entrada, a entender siempre que se pueda la razón de estar en el lugar, Y las respuestas, las justificaciones se envuelven en el velo de los fantasmas y los ecos de la ausencia…

Las sonatas se multiplican a medida del camino y en ellas se escucha su voz pronunciando como una hermosa paradoja: las ideas nunca se olvidan, ellas se olvidan de uno. El espacio entre la mirada y la presencia es indescifrable y sus ojos azules retratan el preludio de muchos años, años quizás de silencio bajo la almohada y frente al armario. Si la historia ha sido un juego, apostamos, él y yo a un pequeño espacio para el destino y el resto para lo aleatorio, lo vivenciable. De tantas posibilidades que el mundo contiene la muerte parecía lejana, inexistente en la fuerza de ese cuerpo.


Lejos de esta materia, del sólido mundo que se construyó, él se despide sin comprender el miedo que nos da su partida.
El reflejo de sus ademanes y el olor quedaron en el adiós. Enfurecidas las pasiones lloramos en el rincón de la cama, comemos desperdicios y hacemos en las paredes los dibujos infantiles de nuestros sueños.
La fotografía calma la tragedia, pero nadie es devoto de la espera y pronto las imágenes serán corredizas a la idea de aceptar que se marchó y nos queda su rostro en una polaroid. Las condolencias son innecesarias porque él nunca las recibió y las otorgó. ES mejor, callar, llevar el rostro al fondo de la prudencia, decir no y llorar en el silencio de la batalla. El dolor se trasforma y los majestuosos movimientos contienen el brillo necesario para hacer velar una sonrisita y seguir entre la ausencia y la memoria.
Las tardes nunca serán lejanas y lo veo, lo siento hablando con pausas y serenidad de su nuevo invento y la fragilidad de sus conquistas.

NO HAY MIEDO A CAMINAR SIN LA MANO DEL OTRO SIEMPRE Y CUANDO LA NATURALEZA HUMANA RESPONDA A LAS EMOCIONES. LA DEDICACIÓN A LOS DESEOS NO TIENE LÍMITES NI DEFINICIONES, SENCILLAMENTE ES PROPIA DE LOS SERES SABIOS Y CAPACES DE ENTERNECER SU MIRADA FRENTE AL NACIMIENTO Y LA MUERTE, MIENTRAS DESGARRAN A SU PRESA.

2005, Bogotá D.C..





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