Entre la plaza y la avenida, en esos reinos del intercambio , en la penumbra de un desconocido hay manchas que se vuelven nítidas como la polaroid tomada en medio del mugre y los sueños crucificados por un Botero. Despedaza con su Remedo de algún país internacional, El Metro y la calidad de vida amañada en sus tantos escalones , entorpece y desfigura la ciudad, sin permitirnos mirarla con los ojos de una nueva leyenda.
Un café para aquellos que pronuncian palabras sofisticadas , los que gozan de la trivialidad del periódico y los nuevos zapatos que se compraron en Londres. Debajo , en lo profundo, están ellas, Damitas desoladas, abandonadas y en busca de su antídoto. Algunas con rostros infantiles, tan infantiles que aterran y otras mueren en la vejez de la caricia y un cigarrillo. .
Sentada hago mi agujero, la madriguera para estar a salvo de los villanos, esos mismos que hacen cócteles y promulgan una ciudad Educada , solidaria y competitiva.

1 comentarios:

Y en la posibilidad de tu madriguera construir formas para los discípulos desdibujar los discursos burócratas y mostrar la estupidez de la parroquia.
Como siempre, poético.
Gracias maestra.

31 de mayo de 2009, 1:39  

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